Sobreviviendo a nuestros hijos...
Por Nérida Centeno
Uno de los mayores temores que tenemos es perder a un ser querido. Perder a nuestros padres cuando somos niños, perder a nuestros hijos cuando los tenemos.
El duelo es una crisis vital que tambalea todo nuestro entorno. Lo cambia absolutamente todo. Lidiar con la ausencia y aprender a vivir sin ellos parece imposible.
Al partir un hijo, deja un eterno vacío en el corazón de una madre.
Una madre espiritualmente enlutada no siempre encontrará a alguien quien entienda o comparta su dolor, su profunda pena, su desilusión, su vacío....
Tal vez mi experiencia, al pasar por esa dura prueba, te pueda ser útil a tí para encontrar ese sentido sin sentido, ese aprendizaje lleno de espinas y superar la pena, la pérdida, y así hallar una salida al final de ese largo y oscuro túnel...
Se fue antes de nacer...
Este texto -sacado de la web- fue escrito por una madre, no tan solo llena de pesar, sino también de impotencia, de dudas y de porque?, son afirmaciones con la cual me he sentido identificada.
"Sabias que, cuando muere tu hijo dentro de tu vientre la noticia te la da un obstetra y te deja sola.
Sabias que no te dan la opción de elegir como quieres expulsar a tu hijo.
Sabias que luego de expulsar a tu hijo muerto te vuelven a internar en maternidad, escuchando el llanto de otros bebés y viendo la alegría de otros, mientras tu acabas de perder al tuyo.
Sabias que no te explican, ni hay acompañamiento en el proceso natural que realiza el cuerpo de una mamá sin hijo.
Sabias que ponen a tu hijo muerto dentro de una caja de archivos.
Sabias que tu hijo, como nació muerto no tiene derecho a tener nombre y apellido, es un N.N.
Sabias que el certificado de defunción de tu hijo, esta a nombre de su mamá.
Sabias que después del alta no hay seguimiento médico.
Sabias que de los bebés que mueren en el vientre materno nadie habla.
Sabias que se minimiza la pérdida.
Sabias que casi no hay médicos estudiando las causas y los porque de la muerte en el vientre materno porque estas muertes no se registran.
Sabías que son millones los bebés que mueren cada año en el mundo dejando a millones de familias desoladas.
Sabías que son mayores las cifras de muerte intrauterina que las de HIV y Malaria juntas.
Sabías que los efectos psicológicos por la muerte de un hijo y sobre todo cuando ese duelo es silencioso pueden durar décadas en los padres".
Es sumamente triste leer algo así, pero es parte de la realidad por la que muchos padres pasamos en algún momento de nuestras vidas, y entenderlo con toda su crudeza puede servir para poder ayudar y darles soporte emocional.
Esa es la intensión de esta entrada de mi blog.
Vivió solo un breve tiempo.
Al nacer un bebe, la ilusión y la esperanza de una madre es indescriptible. Al enterarse de que vino al mundo con deficiencia o con problemas y que tal vez no podrá sobreponerse a ello, es como recibir una estocada de muerte directa al corazón.
Para mí es muy difícil escribir un espacio así, pero después de 2 abortos y 2 nacimientos de un varón (Samuel) y una princesa hermosa (Victoria) que duraron solo horas o días, sentir que a pesar del dolor y la tristeza, todo es aprendizaje, creo estar en condiciones para escribir y tal vez pueda serle de utilidad a otras mujeres que como yo, tuvieron que aceptar lo que jamás soñaron: que su hijo o hija ya no estaría más en sus brazos.
Sobrevivir a eso es muy difícil, pero más lo es volver a vivir. Porque definitivamente no son la misma cosa.
He visto a personas que lo han superado, al menos en apariencia, con relativa facilidad, mientras que otras no lo superan jamás. Mi experiencia ha sido muy dura y luego del tiempo transcurrido veo que algunas cosas pude hacerlas mejor, para no causar más dolor a quienes amo. Unos sobreviven y otros volvemos a vivir. Unos aprenden de lo vivido y otros parecen no haber cambiado en nada. ¿De qué depende? ¿Cuál es el secreto?
Te confieso con profunda sinceridad: No lo sé!, y creo que no existe alguna receta infalible, pero creo que saber que otras personas pasaron por algo similar a lo que vives tú, ayuda. También ayuda que alguien pueda decirte qué hizo de bueno o malo, y tratar de que sea una luz en las tinieblas en la que a veces nos encontramos cuando todo lo que sentimos es tristeza y desolación.
La vida pone duras pruebas en nuestro camino, a veces esas pruebas son muy difíciles de sobrellevar, aun hasta sentir que estamos muertos.
Sobrevivir a eso es muy difícil, pero más lo es volver a vivir. Porque definitivamente no son la misma cosa.
He visto a personas que lo han superado, al menos en apariencia, con relativa facilidad, mientras que otras no lo superan jamás. Mi experiencia ha sido muy dura y luego del tiempo transcurrido veo que algunas cosas pude hacerlas mejor, para no causar más dolor a quienes amo. Unos sobreviven y otros volvemos a vivir. Unos aprenden de lo vivido y otros parecen no haber cambiado en nada. ¿De qué depende? ¿Cuál es el secreto?
Te confieso con profunda sinceridad: No lo sé!, y creo que no existe alguna receta infalible, pero creo que saber que otras personas pasaron por algo similar a lo que vives tú, ayuda. También ayuda que alguien pueda decirte qué hizo de bueno o malo, y tratar de que sea una luz en las tinieblas en la que a veces nos encontramos cuando todo lo que sentimos es tristeza y desolación.
La vida pone duras pruebas en nuestro camino, a veces esas pruebas son muy difíciles de sobrellevar, aun hasta sentir que estamos muertos.
A continuación te detallo las cinco etapas del duelo, quizás estos pasos no harán que el dolor desaparezca, pero si te ayudará en el proceso de asumirlo y manejarlo y a procurar la salud mental y emocional tan necesaria en estas circunstancias.
Etapas del duelo.
Proceso para enfrentar la pérdida.
Proceso para enfrentar la pérdida.
De acuerdo con la doctora Elisabeth Kübler Ross psiquiatra y escritora suizo-estadounidense, las etapas del proceso de duelo en las que suele dividirse la experiencia de dolor o sufrimiento ante una pérdida, son:
- Negación. Al conocer alguna noticia que nos duele, la primera reacción es negarla “¡No puede ser!” “¡No es cierto!” Es un periodo de conmoción y mecanismo de defensa que entra en acción frente a la angustia.
- Enojo o ira. El dolor se disfraza de enojo e, incluso, agresividad, según las reacciones de cada persona. El individuo afectado busca con quién desquitarse, a quién culpar y reniega de lo sucedido a su familia.
- Negociación o acuerdo. En esta etapa del duelo se trata de llegar a un pacto consigo mismo, con familiares, seres queridos y con Dios. Es un periodo para aceptar que lo sucedido es un hecho irreversible.
- Depresión o tristeza. En esta fase ya no se niega la muerte del ser querido, pero se experimentan sentimientos de tristeza y desesperanza. ¡Ojo! Si la persona en duelo permanece por mucho tiempo en esta etapa deberá consultar al médico, ya que puede caer en depresión, como enfermedad que afecta la salud mental y emocional.
- Aceptación. Finalmente, la persona ha aceptado la muerte del ser querido y la incorpora como parte de su vida. Al llegar a esta etapa, aunque invadan de vez en cuando otros sentimientos, los dolientes suelen sentirse más confiados para seguir adelante.
Cada persona necesita vivir las etapas del duelo de forma distinta y a su tiempo, sin embargo, las siguientes recomendaciones podrían ayudar a fortalecer la salud mental y emocional de alguien que haya tenido que afrontar esta dura experiencia:
- Vive tu dolor. De acuerdo con las etapas del proceso de duelo, reconoce en cuál te encuentras y permítete vivirla y salir adelante.
- Acepta tu silencio y pide respeto al mismo cuando lo necesites.
- Vive un día a la vez. Debido al desánimo, lo más congruente es que no tengas planes a largo plazo, por el momento enfócate en pasar lo mejor posible el día.
- Sé amable contigo mismo y háblate con cariño. Asimismo, acepta las muestras de apoyo y cariño de tu familia y seres queridos, pide un abrazo si lo necesitas.
- No te refugies en escapes falsos como el alcohol, drogas, sexo, ni te obsesiones con el trabajo, pues deterioran tu salud y harán más difícil que enfrentes tu pérdida.
- Escucha las necesidades de tu cuerpo y no descuides tu salud. Trata de comer, descansar adecuadamente y acude al médico.
- Pide ayuda cuando la necesites. Tanto amistades como seres queridos solo están esperando que lo hagas para apoyarte.
- Procura tener paciencia con los que te ayudan y acepta sus buenas intensiones, pero da prioridad a tus necesidades.
- No escondas ni te deshagas de fotos y/o artículos personales que te hagan pensar en tu hijo (a). Por el contrario, verlas te ayudará a recordar los momentos positivos que vivieron y a aceptar poco a poco lo sucedido.
- Evita pensar en opciones sustitutas como la adopción o concebir de inmediato a otro niño, pues detrás de este tipo de conducta se esconde la etapa de negación.
- No tomes decisiones precipitadas que repercutirán de forma importante en tu vida, como un divorcio, cambio de residencia o de trabajo, ya que tus emociones y estado de ánimo se encuentran afectados.
- Realiza alguna actividad que te permita plasmar el dolor, creando, como pintar, escribir, etc.
- No te desesperes, la recuperación es lenta, pero no imposible, algunos seguirán viendo tu rostro triste, lo importante es que la sanidad viene de adentro hacia afuera.
- Habla de lo que pasó. El dolor de tu pérdida será más llevadero y, si has logrado avanzar en tu proceso de duelo, compartir tu experiencia sobre cómo has salido adelante podrá serle útil a alguien en situación similar.
- Busca consuelo en la deidad, El Salvador del mundo nos dice: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14;27).
- Consulta a un especialista en salud mental y emocional (psiquiatras, psicólogos) es lo más indicado cuando se dificulta enfrentar la pérdida del ser querido, o bien, si esta pena repercute en salud en general.
El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional...
"La vida no empieza con el nacimiento ni termina con la muerte. Antes de nacer, moramos con Dios, como Sus hijos espirituales; allí, esperamos ansiosamente la posibilidad de venir a la tierra y obtener un cuerpo físico. A sabiendas aceptamos los riesgos de la vida terrenal, que nos permitiría el ejercicio del albedrío y la responsabilidad, un tiempo de probación y de preparación para presentarse nuevamente ante Dios. Pero, como ahora, veíamos el regreso al hogar como la mejor parte de esa jornada.
Antes de embarcarnos en un viaje, nos gusta asegurarnos de tener un boleto de ida y vuelta. El regreso a nuestro hogar celestial nos exige pasar a través de las puertas de la muerte. Nacimos para morir, y morimos para vivir (2 Corintios 6:9). Como simiente de Dios, apenas abrimos los capullos en la tierra; pero florecemos plenamente en los cielos." Thomas S. Monson.
Nada dura para siempre, ni el dolor ni la alegría. Todo en la vida es aprendizaje, todo en la vida está en seguir adelante.
Sé que gracias a las bendiciones de La Resurrección del Salvador del mundo, mis cinco hijos serán míos para siempre. Sé que la esperanza de volverlos a ver y tener a mi lado y brindarles todo el amor que tengo para ellos, se mantienen firmes e inmutables, gracias al conocimiento que tengo sobre El Gran Plan de Salvación y Felicidad, que me permite saber, literalmente, que la muerte es parte de la vida y del proceso de volver a ese Ser que nos creó y nos dio la vida, a decir, Dios, Nuestro Padre Celestial.
Sé que el Domingo de la Resurrección llegará.
La Gran Tragedia de la vida no es la muerte física, La gran tragedia de la vida es lo que dejamos morir en nuestro interior mientras estamos vivos.
Me fascinó tu articulo. Ha pasado tiempo. Nuestro Padre amado es grande y misericordioso. Te felicito tienes un gran corazón. El Señor no nos da carga que no podamos soportar.
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